Para analizar la situación de las posesiones coloniales europeas al final de la 2ª Guerra mundial hay que recordar, ni que sea brevemente, cómo y porqué se produjo el proceso de colonización.
A partir de 1875 (por marcar un inicio...) Europa acuña un nuevo concepto -en muchos sentidos, “global”- y lo pone en práctica de manera rápida y eficaz. Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, Holanda... entran en una dinámica de expansión territorial colonial, no exenta de rivalidades entre ellas, y que será otro de los factores a tener en cuenta en el comienzo del conflicto de 1914. El imperialismo se hace en gran medida “imperialismo nacionalista”, aglutinador de todo tipo de ideologías, y con algunos tintes racistas o, al menos , xenófobos.
Puede decirse, en resumen, que el reparto colonial fue una consecuencia inevitable del imperialismo europeo, nacido a su vez de la revolución industrial. Este enfoque de tipo económico se ha visto complementado, más recientemente, por otras componentes causales de tipo más político y geoestratégico. Sobre todo en el caso inglés, África fue un trampolín para la defensa de sus intereses más amplios en Asia. La importancia estratégica del Canal de Suez también suele citarse como una de los focos claves de la política británica en África, de la misma manera que los primeros intereses comerciales de Holanda en el Congo, o la utilización de la expansión colonial alemana como parte de la política centroeuropea de Bismarck.
Descolonización:
Hay que señalar que al inicio del período estudiado, ambas superpotencias apoyan decididamente -y de momento, “desinteresadamente”- los procesos de descolonización. Por un lado, EEUU no ha perdido de vista todavía sus orígenes de ex-colonia, y no puede por menos que apoyar procesos similares. Por el otro lado, la proyección externa de la URSS, su internacionalismo declarado, le obliga en gran manera a adoptar una actitud favorable a la descolonización, siempre en el marco de la “liberación” de los pueblos.
Esta situación de apoyo teórico a la descolonización no tarda en ser sustituida por la actitud -más pragmática- que imperará durante toda la duración de ambos procesos: por un lado, EEUU usará la descolonización como un arma para la contención de la “amenaza” comunista (real o imaginada); por otro lado, la URSS utilizará también la descolonización como un elemento de extensión de su ámbito de influencia, pero sin buscar realmente una expansión territorial formalizada. La diferencia de enfoque ante la descolonización era clara, los EEUU actúan siempre que ven la posibilidad de que algún país -especialmente de los que se van creando nuevos- entre en la órbita de influencia comunista, siempre pensando en la amenaza expansionista de la URSS. Esta, sin embargo, es mucho menos “agresiva” en este orden de cosas, ya que en realidad piensa que el capitalismo, agudizando sus contradicciones internas, caerá por sí solo de manera inevitable.
La Guerra fría utilizó también la descolonización como una “válvula de escape” de las tensiones entre bloques, generando conflictos armados locales (Vietnam es un ejemplo extremo de ellos), introduciendo fortísimas tensiones económicas debidas en gran parte al gasto militar, observándose un desplazamiento de escenarios de conflicto hacia ese tercer mundo emergente (Afganistán, caída del Sha en Iran) dado que la situación en Europa está completamente “congelada” por la total bipolarización de la política de bloques.
No hay comentarios:
Publicar un comentario